¿Cuándo has sentido ternura por ti misma?

 A una pregunta de mi querido Fabián Verdín, y como eco de una muy linda conversación que empezamos (no tan) recientemente, quise escribir este pequeño recordatorio:

He sentido ternura por mí misma algunas mañana de enero, tomándome una taza de té negro con menta (mi favorito), en pijama, con frío afuera pero calor adentro.
He sentido ternura de mí misma mientras bailo. Mientras bailo sola, en silencio, tan lentamente que si alguien me viera pensaría que estoy inmóvil.
He sentido ternura de mí misma cuando, después de llorar durante horas, me río de mi cara de llanto, de mis ojos hinchados y verdosos. Y cuando, después de estar muy furiosa, me doy cuenta de que mi furia era insensata. Y he sentido ternura cuando me he dejado estar no-feliz, sin obligarme a ser alegre, sin obligarme a sonreir.
He sentido una infinita ternura de mí misma algunas noches, cuando exhausta del día, de la semana, de la vida, me he descubierto presionándome para seguir, para hacer más, y en lugar de escuchar a mi tirana, he decidido hacerme un chocolate caliente y sentarme en mi cama, a respirar y no hacer nada.
Y he sentido también una ternura poderosa algunas veces, al reír a carcajadas con otras personas, por darme la oportunidad de estar ahí, y reír y reír.



Comentarios