Bitácora de Berlín: 6

6.
Antes de Berlín leí un montón sobre la ciudad. Las palabras se vuelven anhelos y expectativas.

Leí sobre los lugares increíbles, la vida nocturna. Sobre todo me interesaba saber sus procesos de apropiación de espacios públicos y de coreografía. Para todo eso venía preparada de alguna manera. Para lo que no estaba tan preparada era para la belleza de la diversidad, y lo que eso generó en mí.

1. Reconocimiento de la belleza propia. Si yo veo todos estos colores, cuerpos, tonos, estilos diversos y diferentes y pienso en cuán hermosos son, tendría que reconocer que yo misma soy hermosa.

2. La inseguridad. La gente parece hiper segura de sí misma. Todas estas personas tienen esta actitud en la calle de saber lo que desean, de saber qué quieren hacer y dónde y cómo quieren hacerlo. Irremediablemente eso genera que una se cuestione a sí misma. Me pasó cuando recién llegué, pero después hablé con un grupo de europeos (no berlineses) y todos aceptaron sentirse así también algunas veces. Esto es importante porque yo pensaba que era una especie de complejo - malinchista - mexicano, y ahí me di cuenta de que no. Es un complejo humano. 

3. La charla casual y el distanciamiento: ¿y... de dónde vienes? ¿cuánto tiempo llevas aquí? ¿cuánto tiempo más te queda? ¿a qué te dedicas? preguntas más, preguntas menos. Al final, y solo si la charla estuvo suficientemente interesante, la gente pregunta ¿cómo te llamas? y adiós. Todos sabemos que como ciudad de paso, probablemente no volvamos a vernos y ¿quién quiere emplear energía, tiempo y disposición en alguien que no volverá a ver?

Es fascinante todo lo que no sabes que no sabes cuando llegas a un lugar nuevo, y cómo la relación con la otredad va develando poco a poco el desconocimiento y la ignorancia. 

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